Dos horas y dieciocho minutos para la historia del tenis. Rafael Nadal ganó ayer a Robin Soderling por 6-4, 6-2 y 6-4, en un partido memorable con el que conquistó su quinto Roland Garros, reconquistó su puesto de número uno del tenis mundial y se instaló ya para siempre en la leyenda, que él abraza, con su nueva copa de plata y una sonrisa: «El día más feliz de mi carrera».
El partido comenzó con quince minutos de retraso y un ambiente eléctrico. Había llovido, horas antes, y los partes metereológicos amenazaban con posibles tormentas, con una pista húmeda a una temperatura superior a los 22 grados. Las gradas, caldeadas al rojo y con numerosas banderas decoradas con toros bravos, bramaban impacientes: «Un partido difícil»
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